3/12/14

Kane y el amor

Cuando llegan las colecciones de primavera-verano,  siempre recuerdo esta frase de "El diablo de Prada":



El otro día en París me acordé de ella mientras tenía mi epifania semestral en Colette de la mano (otra vez) de Christopher Kane y su primavera sensual de libro de biología.

Para mí Kane es recurrente porque empatizo con su capacidad fotosensible a los estímulos del universo que él refleja en una obra cerebral, multiple y apasionada. Kane ama la vida y la ama desde todos los prismas y esa es una verdad incapaz de ser silenciada en sus creaciones.


INCONTENIBLE


Las piezas que componen las colección son diversas, incontrolables.
Los materiales se cruzan y se besan, participando en la narración de una historia entusiasta y algo punk, como esas canciones de los primeros Libertines donde no importaba si algún acorde no era el correcto y se atragantaban a ratos a guitarrazos, porque el resultado de rabia sexual liberada era lo más importante.



Y es que la excitación natural por la vida convierte a Kane en un creador hiperactivo, incapaz de concentrarse en una sola melodía a la vez.
Las flores explotando en el pecho de las modelos, cayendo por su cuerpo hasta el suelo,  hablan pasión desmedida por el entorno, de las mujeres y su sexualidad, de la ciencia, de la educación. De la mujer-flor y de la flor-mujer, del sexo de las flores, del oxigeno, de renacer y de metamorfosis personales.



Del principio y el fin. De la vida y la muerte.
Entralaza todos estos conceptos, como si hubieran nacido para coexistir de forma natural y los convierte en un poema de lenguaje inventado que parece comunicarse con las personas que aman, que creen y que se cuestionan todo. Porque Kane no habla solo de primavera, sino del mundo y de su amor incontenible por este.

Las vida de las flores es efímera y se acaba en silencio, de forma que parece que no valen nada.
Por eso Kane parece rendir homenaje  a los principios y los finales,  con una batalla de fuegos de artificio textiles,  para tratar de hacerlos eternos. Todo esto mientras se ríe y nos demuestra que, las flores pueden seguir con nosotros en primavera de formas que jamás habríamos imaginado.




Podéis ver la colección y su historia de amor entera aquí

3/3/14

El cielo es negro y el amor imaginario

Estoy sentada en una cama de París. Desde la ventana veo la ciudad, y hay un sol post-lluvia que  agoniza. El cielo es negro y eso me hace feliz.

Ultimamente le pregunto a todo el mundo que me encuentro, si ellos también se enamoran de muchas personas a la vez, como si tuvieran dentro una maquina de amar incansable.
Y hablo de amor, de endorfinas por las venas y de suspirar cuando te miran.



Es algo que tengo dentro y no puedo parar, es como un booooom mental incontrolable, y es que a veces siento que veo a las personas y no hablo de mirarlas, hablo de verlas, y verlo todo, sus debilidades, lo que están pensando, las palabras que dicen bajito y no se entienden. El vello en el brazo, las pecas en la nuca, el olor en la ropa, las orejas pequeñas. Antebrazo y cejas. Su soledad y sus anhelos, sus miedos, sus pasiones, un todo descarnado que me conmueve, y les hace irresistibles.

Entonces me enamoro y quiero volverme un taza de té caliente y abrazarles por dentro.
Quiero besarles, en la frente, en la boca o detrás de las orejas. Un beso de mentiras, uno mental, como cuando abrazo a los perros en mi cabeza.

(mi cabeza)



Durante mi enamoramiento solo veo besos y caricias por todos sitios, en el metro, en las puertas, en las escaleras, en los rincones y en las cocinas y el mundo se vuelve una espiral incontrolable de anhelar y besar y jugar y fantasear y olvidar.



Cuando le pregunto a la gente si ellos se enamoran continuamente y me dicen que no y me miran raro yo me pongo un poco triste, porque pienso que la vida es demasiado corta para no gastarla viviendo amores imaginarios.